Una mala maña

cuaderno de lecturas: La gloria en los "Poemas documentales" de Ernesto Cardenal

En uno de sus poemas documentales, “Jorge Dolores Estrada”, Cardenal hace inventario de la vida del sujeto titular, una vida cargada de causas políticas y guerras que, a pesar de su honradez, no reditúan gloria-la rebelión de 1812 en Xalteva, la derrota de los yanquis en la hacienda de San Jacinto, etcetera. Al final de su vida, el individuo termina exiliado y, allá, el viejo guerrero, el gran comprometido, le escribe a sus amigos,  “Yo estoy aquí haciendo un limpiecito para ber si puedo sembrar unas matas de tabaco”. Es entonces, para Cardenal, que el tipo alcanza la gloria, “porque fue su batalla más dura, y en la que él peleó solo, sin general, ni soldados, ni trompetas, ni victoria”. Lo que celebra Cardenal ahí, en el cincuenta y tanto, antes de su exilio, antes de su experiencia mística, su conversión, su vida, es una humildad casi etimológica, del humus, la tierra. Hay ahí un rastro optimista, en el hallar lo glorioso de una vida dada en función de la política ( que si puede ser respiración, la más de las veces no es sino bocanada) no en el accionar político, sino en el labrar la tierra. 

Unos años después, en pleno conflicto armado, entre 1954 y 1956, y, por lo tanto, su romanticismo ya agriado, Ernesto Cardenal escribe que “La gloria no es la que enseñan los textos de historia: es una zopilotera en un campo y un gran hedor”.